Bienvenido a una nueva forma de pensar distinto

Sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez Humana, pero no estoy muy seguro de la primera, de la segunda puedes observar como nos destruimos solo por demostrar quien puede mas.
Albert Einstein

sábado, 30 de octubre de 2010

“Programas de opinión” o “Concursos de lecturas” en Televisión


Es interesante observar el hecho, de como se vienen proliferando una serie de programas de televisión, donde los moderadores de dichos programas en su ejercicio de periodistas o analistas, lo que hacen, es leer titulares y contenidos de prensas con la intención de darles una interpretación a la lectura que realizan, obedeciendo solamente a criterios personalistas o criterios de quién escribe el artículo.
Estos programas se han proliferado y puesto a la orden del día; están presentes en todas las televisoras del país y constituyen una práctica común del periodismo televisivo.
Escuchar detenidamente cada uno de estos programas, que se hacen llamar programas de opinión, donde los periodistas y supuestos analistas, al leer el titular y el contenido de la prensa de turno, hacen un “audaz ejercicio de interpretación” con el pretendido hecho de hacer llegar lo que según ellos han considerado lo “correcto del análisis” del artículo.
Lo que despierta la curiosidad de estos “tipos de programas”, es la desfachatez con que esos periodistas abordan un determinado tema publicado en la prensa y lo que ellos han considerado (según “la prensa que tengan en la mano”) la mejor noticia del día con el mejor análisis del momento.
Todo un ejercicio de falta de respeto a la inteligencia de los televidentes. Donde ellos pretenden hacer ver, que el común de los ciudadanos, no son capaces de evaluar y analizar la veracidad de las noticias del día.
Estos programas de televisión se han constituidos en un verdadero ente de la prostitución de la comunicación y de la información.
Hacen que el ejercicio del periodismo tome una imagen de mediocridad y vaguedad ante los diferentes hechos y acontecimientos que a diario se presentan a nivel nacional e internacional.
Los periodistas, que asumen la función de conductor o moderador de éstos tipos de programas, olvidan que el televidente es también un ente pensante, y que por lo tanto, estos programas  deberían de ser presentados con un verdadero marco de análisis y de opiniones diferentes; donde el televidente tenga la oportunidad de escuchar en viva voz la opinión de los expertos que sepan de la materia de la cual pudieran estar tratando.
Y no que se presente a un periodista, que haga a su vez de analista y opinador de turno, dejando de un lado la inteligencia del televidente que aspira escuchar opiniones justas, veraces y sostenidas técnicamente.
Lo cierto es, que estos programas se han convertido en unos concursos de lecturas, donde se escuchan y se observan periodistas, que simplemente leen un titular y sus respectivos contenidos con una falta de dicción y una falta de sentido del estudio de la comparación que en todo análisis concienzudo debería realizarse.  
La televisión, en todos sus programas que se hacen llamar “programas de opinión”, se han convertido en un espacio de relleno. Porque estos periodistas simplemente no realizan verdaderos trabajos de investigación y solo se han limitado a leer titulares de prensa.
Los televidentes esperamos que los canales de televisión conjuntamente con sus periodistas, hagan un esfuerzo por entendernos y que se den cuenta que en éste país existe una población que ha cambiado su forma de pensar y que ha adquirido un nivel de comprensión de los hechos que a diario ocurren en el entorno mundial.
Los televidentes no queremos más programas donde aparezcan periodistas haciendo un intento de su capacidad de lectura, sino, verdaderos programas de opinión.
Lic. Carlos Salazar.

domingo, 24 de octubre de 2010

El desarrollo de Venezuela comprometido por falta de unas verdaderas Universidades

  “Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”.
Albert Einstein
En Venezuela, cierto número reducido de Universidades públicas y privadas se han autocatalogado como “las privilegiadas del sistema educativo superior”, fundamentándose en criterios racionalmente mecanicistas y a veces efímeros, tales como: prestigio, experiencia, titulación, infraestructura, antigüedad, etc. 
La experiencia venezolana, en cuanto a la formación en educación superior, no difiere mucho con relación a la experiencia de las Universidades Iberoamericanas. Más aún, cuando de primera mano se sabe que la formación superior educativa ha sido copiada, en muchas oportunidades, obedeciendo más a criterios de modas y a estilos del pensamiento engendrados y reproducidos en los países desarrollados.
Todo esto trae a colación, que incluso la estructura, forma y manera de dirección son copiadas de los sistemas de gobernanzas que han sido diseñadas muchas veces por esas mismas universidades ubicadas en esos países. 
Por consiguiente, el estilo de gerencia ha sido dirigido por un grupo selecto y minoritario de candidatos que han llegado a la rectoría universitaria de muchas universidades, obedeciendo más al ámbito y al grupo determinado por la política, que por la actividad académica relevante que haya podido realizar algún candidato.  

Desde hace muchas décadas, en algunas aéreas y campos del conocimiento académico, se ha practicado lo que el investigador y Profesor José Carlos Bermejo Barrera ha denominado “La Oligarquía y el Caciquismo en la Universidad y la Ciencia”.
Hace algunos años, este prestigioso investigador levantó una acuciosa inquietud en todas las esferas de la educación española, cuando a través de una conferencia dictada en el Instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, España, expuso lo siguiente: 
“… Las universidades y la gestión de la ciencia, aunque aparentemente están gobernadas democráticamente y con criterios de transparencia, en realidad ni están democráticamente gobernadas, ni atienden a la búsqueda del bien común en los campos educativo, político, económico y social…” 
“… Por el contrario, un sistema formalmente democrático se ha convertido en el patrimonio de unas oligarquías que utilizan criterios de gobierno y control de recursos profundamente antidemocráticos, procurando además hacer desaparecer la libre competencia y la libertad de expresión académica…”
Estas afirmaciones, dadas por el Profesor José Carlos Bermejo Barrera en su discurso, se aprecian también en las universidades venezolanas.
Grupos y subgrupos perfectamente cohesionados en la dirección, control y rectoría de muchas universidades, han hecho de esos cargos un trampolín a la política.  Demostrándose que el trabajo realizado por esas personas, ha sido realizado en función de intereses ya preconcebidos y personalistas, con clara ilusión al escenario público nacional. 
Dejando a un lado las acciones por las cuales fueron escogidos para esos cargos, que no son más que las de desarrollar el espíritu de la universidad en toda su extensión.
Las intervenciones grandilocuentes de éstos grupos dentro de las universidades han sido más con intenciones de figurar en un sistema cerrado y creado oligárquicamente y con marcadas directrices para no permitir cambio alguno.  
Entonces, ¿Qué pudiéramos estar pensando de nuestras universidades? ¿Acaso se trata de una enfermedad común que está afectando generalizadamente y que no se vislumbra medicamento alguno para su cura?
Las universidades venezolanas vienen reclamando un mayor presupuesto, para supuestamente poder operar administrativamente y poder cumplir académicamente con sus funciones. Han hecho ver al público en general que sus problemas y sus soluciones están sujetas únicamente a un presupuesto concedido por el Estado.
Pero el caso de los problemas que presentan las universidades venezolanas, no han sido nada más de presupuesto. Se trata de la administración y el manejo racional del recurso financiero del Estado; sumando la caótica formación educacional de los estudiantes y el poco profesionalismo académico de los profesores que imparten clases en educación superior.  
La afirmación del Profesor Bermejo sobre la “aparente democracia y transparencia de la gestión” dentro de las universidades, toma fuerza, cuando una cúpula de profesores venezolanos, políticamente hablando, se apropian de la gobernanza de las universidades creando un claustro elitesco dentro del profesorado, haciendo que las transformaciones progresistas se vean truncadas y desechadas.
Lamentablemente las universidades venezolanas se han visto empañadas una vez más por la manzana de la discordia y los intereses personalistas de quienes las dirigen. 
Los rectores de las universidades han permitido que las líneas del pensamiento de riqueza, fama y grandeza, ensombrecidas con pretendidos pensamientos ultra derechistas y ultra izquierdistas, hayan penetrado la “Academia” y se hayan colocado, por encima del progreso educativo, los pensamientos más bajos y casi rastreros de ese otro animal conocido como el “Homo Sapiens”.
El hecho que una cúpula de profesores universitarios, antepongan sus intereses políticos y personalistas, por encima del interés del colectivo universitario y que valiéndose de las posiciones jerárquicas que ostentan, logran que un grupo de estudiantes, empleados y obreros se sumen a un conflicto que a claras luces posee matices de desestabilización, constituye una acción que atenta contra el progreso formativo que una universidad debería de reflejar.
Es por ello, que el Profesor José Carlos Bermejo Barrero, tiene razón, cuando en su libro denominado ¿Quién debe gobernar las universidades? Ensayo sobre la legitimidad académica, escribe lo siguiente:
“…La respuesta a esta pregunta hubiera sido muy sencilla hasta no hace mucho tiempo. Sin embargo, en el momento presente se pretende contestar a nuestra pregunta mediante unos análisis que serían el fruto, no sólo de una reflexión de tipo jurídico o político, sino de unos estudios de tipo estadístico, basados en la catalogación de diferentes indicadores del prestigio académico, tanto individual como institucional, como pueden ser los estudios bibliométricos o epistemétricos…”
No cabe duda, que el Profesor Bermejo, acude al racionalismo lógico de un proceso de selección simple y natural que lo lleva a pensar y afirmar que sólo aquel profesor o catedrático que de muestra de su condición académica, no sólo en estudios y en formación, sino también en trabajos de investigación; donde la producción, circulación, dispersión, impacto y uso de lo investigado tenga una razón de ser para el mundo científico y social, podrá ser postulado a una rectoría universitaria.
De esta manera, nos estaremos garantizando una “legitimización de la academia y por ente de las universidades”.  
Ahora bien, nos pudiéramos preguntar: ¿Por qué se debería confiar la rectoría de una universidad a alguien que posea un currículo impecable en trabajos de investigación y formación académica? 
La respuesta sigue siendo simple, y nos la da el mismísimo profesor Bermejo, cuando escribe:
 “… porque sólo ellos pueden comprender los valores en que se basan esas instituciones y están dispuestos a seguirlos defendiendo…”  
Para Venezuela, ese es nuestro problema. Nos encontramos con una realidad que nos atañe a todos los venezolanos, que no es más que la  “Comprensión de los Valores” y la “Disposición a Defenderlos”.
Valores y Compromisos
Así es, Valores y Compromisos que lamentablemente no los tenemos, porque simplemente no los practicamos.
Todos nos encontramos dentro de un espiral de la perdición. El sistema educativo venezolano no funciona como debe de ser. La formación primaria, secundaria y universitaria, tienen los mismos problemas, que precisamente no son los que se relacionan con el problema presupuestario. 
Los profesores y maestros ya no son los mismos de antaño, cuando la vocación y el entusiasmo por enseñar y educar eran tomados por ellos como una de sus máximas obligaciones.
Hoy en día, ser educador en éste país, está asociado a niveles de estatus de enseñanza. Donde el profesor universitario denigra del profesor de secundaria, y éste último hace lo mismo con el maestro de escuela. Para el colmo, el salario dado por el Estado, contribuye a afianzar esa condición.  
Otro factor que se le suma, es el nivel del aprendizaje académico con que cada uno de estos profesionales de la educación fue formado.  
No importa el grado o año o curso que tenga para enseñar (primaria, secundaria o universitaria) la gran mayoría de los educadores, evidencia un deficiente nivel de formación. Producto del sistema de ingreso, ya que los que ingresan a las universidades para formarse como educadores, son aquellos que como estudiantes de bachillerato no obtuvieron un excelente promedio de calificación para poder optar por otra carrera universitaria.
Por lo tanto, se ven obligados estos bachilleres a cursar estudios en el área de la educación, porque simplemente el promedio que se les exige es uno de los más bajos para el ingreso a la educación superior. 
Un grave error del estado venezolano que más temprano que tarde tendrá que corregir.
Educadores que se forman para deformar
He aquí otro gran error del proceso educativo venezolano. Educadores que nunca tuvieron en su vida como estudiante una atracción y motivación para aprender a aprender.
¿Cómo se explica, que ciertos educadores puedan enseñar, cuando nunca sintieron y apreciaron el valor del estudio? ¿Cómo enseñar, cuando nunca se tuvo un compromiso para el éxito y el logro en los estudios? ¿Cómo enseñar, cuando no se ha vivido el valor del esfuerzo y el empeño para el aprendizaje?  ¿Cómo enseñar, cuando todas las evaluaciones obtenidas en primaria, secundaria y universitaria de un educador, dan como prueba, que nunca tuvo buenas experiencias de aprendizajes, y por lo tanto, no puede transmitir esas experiencias, porque simplemente nunca las ha tenido? 
Todo esto es una verdadera desfachatez y un verdadero golpe bajo para todo el sistema educativo venezolano.
No basta una reforma universitaria. Hay que mover todos los cimientos del sistema educativo y lograr que el educador, sea de escuela, liceo o  de universidad provenga de las filas de los mejores estudiantes de éste país.
Para que ellos en el futuro puedan inyectar el sentido de la vocación y de la motivación para el aprendizaje, y por ende, para la enseñanza; porque simplemente una vez tomado éste ciclo jamás podrá interrumpirse.
Sólo cambiando la apreciación que se tiene de los educadores y logrando que la carrera del educador se convierta en una profesión de prestigio y base de la pirámide del progreso de ésta nación, haremos que los ciudadanos de nuestro pueblo se conviertan en los mejores ciudadanos del mundo. 
Lic. Carlos Salazar.
 

jueves, 14 de octubre de 2010

¿Universidades en crisis o universidades condenadas a morir?

La pretendida crisis universitaria que se ha iniciado en Venezuela por parte de apenas once (11) universidades públicas de las cincuenta y seis (56) existentes en el país, constituye una prueba de que en Venezuela se siguen persiguiendo acciones políticas de desestabilización.
Mientras que cuarenta y cinco (45) Universidades Públicas han aceptado el nuevo presupuesto asignado por el Gobierno Nacional, otras universidades se han limitado a efectuar una protesta de calle con “una pretendida solicitud de un presupuesto justo”.
El Gobierno Nacional de Venezuela ha abierto las puertas al diálogo, pero los Rectores y Estudiantes de esas once universidades se han negado a ir a una mesa de negociación.
Aunado a esto, un grupo mayoritario de estudiantes, de esas mismas universidades en huelga, exigen una revisión de los presupuestos que se han otorgado en años anteriores y manifiestan su descontento por el grado de corrupción que se ha desarrollado dentro del seno administrativo que rigen la gobernanza de esas universidades que hoy en día están en paro.
Todo indica que una minoría de universidades autónomas de Venezuela, que se han catalogadas así mismas como las privilegiadas del sistema educativo superior, están dando muestras de ineficiencia y falta de transparencia con que se han manejado administrativamente en estos últimos años.
Estudiantes contrarios al paro universitario en Venezuela, señalan que los Rectores de esas universidades no están dispuestos a entregar cuentas claras al Gobierno Nacional, pero sí pretenden exigir un aumento descarado en un presupuesto que ya ha sido aceptado por el resto de las universidades. (1)
Cabe preguntarse lo siguiente: ¿Qué se esconde detrás del paro universitario en Venezuela? ¿Es realmente una protesta para reivindicar un mejor presupuesto universitario? ¿Es la negación de una revisión al presupuesto universitaria de años anteriores por parte de la Contraloría General de la Nación? ¿Es el inicio de una conflictividad social que persigue las elecciones presidenciales del año 2012? ¿Es la continuación de la desacreditación del proceso revolucionario bolivariano liderado por Hugo Chávez?
Estas preguntas y otras más, tienen respuestas diferentes y muy controversiales según el criterio y el pensamiento ideológico con que se mire.
Pero valdría la pena preguntarse algo más. ¿Por qué ahora, algunas universidades dan muestras de descontento? ¿Por qué no lo hicieron antes?
Algunas de las respuestas se encuentran en las propuestas que se han hecho en la Ley de Reforma Parcial de la Ley de Universidades que próximamente se discutirá en la Asamblea Nacional de Venezuela. (2)
Ciertas rectorías de algunas universidades venezolanas que mantienen en su seno un número considerado de los estudiantes de educación superior del país no están dispuestas a ceder en sus privilegios que han ostentado desde el período de la supuesta democracia.
No se trata nada más de un mero presupuesto, se trata de privilegios que ha mantenido el claustro de profesores universitarios durante décadas en complicidad con políticos de vieja data y que hacen de igual forma vida universitaria dentro de esas instituciones, que han abusado del concepto de “autonomía universitaria”.
Hoy en día se desconoce el número real de profesores universitarios o empleados de la nómina de cada universidad, así como también, el número de estudiantes de esas universidades.
Se sabe de listas falseadas: de profesores que dan clases y realmente no existen; de nombres de estudiantes escritos en el papel pero que en la realidad tampoco están presentes en las aulas; de dependencias o fundaciones creadas, que nadie sabe donde están ubicadas; de profesores que cobran sin trabajar; de becas asignadas a estudiantes que no se sabe donde están; de profesores que cobran una asignación como investigadores pero que no investigan nada; de profesores que solicitan el año sabático para estudiar pero que tampoco estudian; de la financiación de campañas electorales con presupuestos universitarios; del alquiler de recintos y áreas universitarias pero que no se sabe a dónde se destina el dinero obtenido de ese alquiler; de la compra de vehículos con fines particulares y personales; de la compra de edificios con fines comerciales; en fin, la corrupción dentro de las universidades venezolanas se pierde de vista.
Definitivamente, estamos frente a un paro universitario que pretende esconder el desorden burocrático y la corrupción administrativa con que esas casas de educación superior se han manejado durante muchísimos años.
Con estas afirmaciones, apenas estamos tocando una de las caras del problema, que es el de la corrupción universitaria, dejando a un lado la cara de la enseñanza y la formación educacional, que si abarca y compromete a todas las universidades de éste país.
Pues bien, la calidad formativa de las universidades venezolanas no es de las mejores del mundo y mucho menos se puede comparar con el resto de las universidades de América Latina.
La decadencia y el deterioro con que el proceso educativo de formación superior se ha venido desempeñando en todas las universidades son alarmantes.
No podemos hablar de excelencia en la formación educativa y superior de las universidades venezolanas, porque simplemente no la tienen y mucho menos existe.
Tristemente las universidades venezolanas, pretenden seguir viviendo de un pasado de enseñanza que obedeció a los viejos tiempos, pero que hoy en día ya no tiene cabida.
Los intentos de cambio en la formación universitaria se ha visto empañada de un proceso político – ideológico que le ha hecho un mal irreparable a las universidades.
La lucha por concebir un sistema de formación universitaria se debate entre crear una universidad de masa ò una universidad empresarial.
La primera, trata de concebir una formación masificada y que llegue a todos los estratos sociales pero que olvida la calidad de los profesionales egresados; la segunda, busca tomar el conocimiento con la idea de patentarlo y enseñárselo a una élite dispuesta a pagar y a obtener el conocimiento con fines empresariales.
Un claro ejemplo del conflicto existente hoy en día entre los conceptos del “capitalismo de mercado” y los conceptos del “socialismo de las luchas de clases” y que es representada como el Socialismo del siglo XXI.
Dos conceptos que originan problemas descomunales; ya que una parte de la sociedad venezolana ha considerado que los ingresos, producto de la extracción petrolera de éste país, se deben de repartir equitativamente. Mientras que la otra parte del país, considera que ese ingreso debe ser tomado para hacer negocios de inversión (a pesar que aún no se sabe a que tipo de negocios de inversión se refieren y a quienes realmente beneficiarían).
La cuestión es, que la Venezuela de Chávez y la Venezuela de la Oposición, no terminan de ponerse de acuerdo, ni siquiera en el formato para crear el plan de formación educativa que permita a éste país desarrollarse y progresar social y económicamente.
Lic. Carlos Salazar.
Nota:
(1) http://www.rnv.gov.ve/noticias/?act=ST&f=28&t=139535
(2) http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?460772