En el prólogo de su obra, Paul H. Koch describe, como la imagen arquetípica del “Diablo” fue robada de una divinidad de los antiguos dioses griegos por parte de los primeros fundadores de la Iglesia Católica, con la intención de vencer por completo el paganismo que aún se practicaba en la Europa de los primeros siglos de la era cristiana, con el objeto de imponer la posición de esa doctrina.
Con ésta descripción, el autor nos induce a pensar que el mundo que nos rodea, y del cual hemos asimilado un sistema de valores y creencias, es un mundo que ha sido diseñado e instaurado desde afuera, y que por lo tanto, no es un mundo confiable ni totalmente cierto.
Todo aquello que nos motiva y que nos conduce a un determinado comportamiento, ha sido inyectado en nuestras conciencias por parte del sistema social que nos rodea; y que todos aceptamos por el sólo hecho de sentirnos seguros y tranquilos. Pero el autor se hace una serie de cuestionamientos que plantea en forma de dudas y preguntas, tales como:
¿Qué ocurre si las cosas no son en verdad como se supone que son? ¿Y si la mayor parte de lo que nos enseñaron, de lo que nos enseñan día a día, está incompleto o desenfocado con propósitos determinados pero ocultos para nosotros? ¿Qué pasa si todo lo que nos rodea funciona de acuerdo con unas reglas del juego que no conocemos a pesar del impresionante desarrollo tecnológico que tenemos y que nos hace sentir como los reyes del mundo?
Koch continúa con sus afirmaciones al expresar:
“… vivimos en un universo donde el azar es una falacia… existe un orden natural estricto, un orden compuesto de leyes racionales, fijas e inviolables so pena de castigo directo, aunque su ritmo no sea, a menudo, el mismo que el del ser humano corriente…”
Pero también nos alerta sobre nuestra ignorancia de reconocer cuáles son esas leyes que rigen el sentido de nuestra existencia, logrando con ello que nos aferremos al conjunto de creencias e ideologías que nos hagan sentir más cómodos y nos facilite la existencia de nuestras vidas.
El autor nos invita a hacer un examen de la historia. Nos coloca en una aproximación de ciertas explicaciones que nos señala la historia, mencionando que en el mundo existen tres tipos de personas.
Las personas que forman el tipo 1 y tipo 2, pertenecen a grupos reducidos y organizados, que son rivales entre sí, y que son formados en una especie de “camino de los iniciados a partir de ciertos conocimientos que están al alcance de unos pocos”.
Ambos grupos influyen en los acontecimientos y hechos históricos de importancia. Hechos que los han mantenido en una constante confrontación desde tiempos inmemoriales.
Koch ha denominado a las personas que pertenecen al grupo tipo 1 como “sociedades secretas luminosas”; y a las personas que agrupan al tipo 2 como “sociedades secretas oscuras”.
A las primeras, su influencia en el mundo las ha calificado de benéficas, pues estás, agrupan y engloban a las personas del tipo 3, es decir, los protegen de las acciones de las personas del tipo 2 (sociedades secretas oscuras) que el autor ha calificado de carácter maléfico.
Estos, los del tipo 2, poseen una intención de acumulación de poder y de dominación sobre el resto de la humanidad, sin importarles las consecuencias de muerte y destrucción.
Ahora bien, el autor hace una referencia muy interesante sobre las personas que se agrupan en el tipo 3, señalando, que éstas viven en una absoluta ignorancia de los acontecimientos de interés en el mundo, carecen de poder sobre ciertas acciones que los rodean diariamente y desconocen la existencia de las personas que se agrupan en el tipo 1 y 2.
Menciona Koch que gran parte de las consecuencias que vemos escritas en la historia de la humanidad, es producto de ese conflicto que existe entre las personas que se agrupan en los del tipo 1 y tipo 2. Que ese resultado que se ha producido durante la existencia del hombre como consecuencias de esas luchas, es lo que hoy en día denominamos “Historia”.
Nos dice que la humanidad ha transitado el camino de una franja gris en la que nada es claro ni correcto, señalando lo siguiente:
“… la división entre buenos y malos que tan claramente tenían nuestros antepasados, hoy en día, nuestra confusa contemporaneidad se niega a reconocerlo; argumentando que no existen ni el Bien ni el Mal absoluto porque todos vivimos en medio de una nebulosa gris, llena de ambigüedades, porque en un momento estamos hacia un lado y en otro momento estamos hacia el otro lado… “
Pero el autor nos recuerda y nos alerta que en esa franja, los extremos, siguen siendo ocupados por la luz y por la oscuridad.
Soluciones ante el conflicto
Koch señala que no hay solución. El conflicto está destinado al empate infinito, producto de que la vida surge del roce de los polos opuestos y nada puede haber si no existe también su contrario.
Pero que él hace un esfuerzo, a través de su texto, en rastrear los efectos que se han producido de esas luchas. Que lo importante es aprender a detectarlas. Comprobar cómo esas luchas, han suprimido y alterado el conocimiento de los hechos para ocultar la realidad.
Nos advierte, que su intención es el de ayudar a las personas del tipo 3 a salir de la ignorancia en la que viven, y que para ello, estas personas deben comenzar a aprender a no desaprobar cualquier información presentada en su libro.
Es por eso que en el primer capítulo de su texto, denominado Suspenda su Credibilidad, el autor recoge un pensamiento del escritor español Baltasar Gracián, que dice así:
“Los más en el mundo no conocen ni examinan lo que cada uno es, sino lo que parece que es (…). Vivimos sobre el testimonio de otros”.
Creer o no creer.
Koch basa el inicio del primer capítulo de su texto en una investigación hecha por un eminente psicólogo de nombre Solomon Asch, donde se demuestra por primera vez la existencia y el poder del llamado conformismo social:
“… los individuos comunes no suelen hacer ni decir, ni siquiera sentir, lo que en lo más profundo de su intimidad creen que es correcto, sino lo que hacen, dicen y sienten los demás...”
Es un patético efecto de la marea social producto de lo que hacen las mayorías, tal como lo manifiesta el autor: cuantas más personas hagan, digan o sientan de una manera determinada, aunque sea falsa o incluso perjudicial, con mayor facilidad se suman a la marea general.
A igual conclusión llego el catedrático Dan Ariely diciendo:
“… la información que nos facilitan otras personas puede influir en nuestra percepción hasta un nivel muy profundo…”
En el pasado otros investigadores del comportamiento, como el psicólogo Gustavo Le Bon, describieron el concepto de muchedumbre psicológica:
“… nos gusta diluir nuestra identidad en la del grupo básicamente por dos motivos… primero, porque nos permite renunciar a nuestra responsabilidad por lo que ocurra, y segundo, porque vivimos la ilusión de ser tan fuertes como el mismo grupo…”
El autor recoge también, lo que Gustavo Le Bon dice en su libro Psicología de la Multitudes:
“… Cualesquiera que sean los individuos que componen la muchedumbre psicológica, y por semejantes o no que sean su género de vida, ocupaciones, carácter e inteligencia, por el solo hecho de transformarse en muchedumbre adquieren una clase de alma colectiva que los hace pensar, sentir y obrar de una manera completamente diferente a aquella como pensaría, sentiría u obraría cada uno aisladamente…”
Y Koch le agrega, al comentario de Le Bon, otro razonamiento, cuando dice:
“… Esa alma colectiva, como es de suponer, nunca se manifiesta a la altura de la mente más elevada entre las personas que la integran, sino más bien a la de la más baja...”
Se entiende claramente, que tanto las investigaciones así como los diferentes argumentos, que presenta Paul H. Koch en su libro, constituyen planteamientos que colocan por el suelo el sentido lógico de la realidad, en la cual, todos nosotros hemos sido formados.
Creer o no creer en estos planteamientos, pasa primero, por cuestionar la existencia de un sistema de conducta y de valores, que han permitido a cada uno de nosotros formarnos un nivel de pensamiento.
Ahora bien, el autor se adelanta sobre las ideas perturbadoras que presenta en su libro e invita a evitar todo instinto de negación sobre los hechos que describe y que él los ha llamado “evidencias” o “razonamientos”.
Difícil aceptación por parte del lector, cuando lee, por ejemplo, el nombre de una ONG (Transparencia Internacional) como parte de un razonamiento o evidencia presentada por el autor; cuando se sabe, que en años anteriores, esa ONG ha sido señalada de utilizar su actividad de denuncias sobre los gobiernos supuestamente corruptos, como un mecanismo para desestabilizar a esos gobiernos que fueron elegidos democráticamente.
Pienso que el autor, ha caído en la trampa que él mismo está denunciando. Porque en el caso de ésta ONG, que en el pasado había denunciado a más gobiernos de países que políticamente no han sido de la simpatía de los gobiernos de los países desarrollados, dejando por fuera de sus acusaciones -a estos mismos gobiernos de los países desarrollados- que también han cometido actividades pocas decorosas. No resulta del todo convincente que ahora se deba tomar como “evidencias” o “razonamientos” correctos las decisiones de ésta ONG, cuando su prestigio ha sido cuestionado.
Otro punto a cuestionar, es la referencia que hace el autor, con respecto a los procesos electorales que se conocen en la actualidad.
Considero que tratar de explicar el concepto de la formación de muchedumbres psicológicas, aplicándolos a los procesos electorales en general, es desconocer la voluntad de acción y de decisión que pudiera tener un determinado individuo. Porque si no, no existieran los partidos políticos. ¿Cómo explicamos su existencia? ¿Cómo explicamos que en un país existan tanta cantidad de partidos como grupos de ciudadanos desean fundar?
¿Cómo explicamos que dentro de ciertos procesos electorales, existan individuos o ciudadanos comunes que se han abstenido de ejercer su voto? ¿Cómo explicamos allí la existencia de “meros soldados del ejército político de cada partido”, tal como lo menciona el autor en su libro? ¿O es que acaso existe un partido de abstencionismo?
El hecho de ir a ejercer el voto o de no hacerlo, considero que depende más de los sistemas electorales de cada país. Por ejemplo, en los EE.UU. no existe el voto directo, sino que existe un voto que se hace a través de un proceso que denominan circuitos electorales, donde los que son elegidos, son los que con su voto “representan” la intención electoral de las mayorías a las cuales ellos representan en la práctica. Es un sistema que no es nada democrático. Allí, quizás la tesis planteada por el autor tenga aplicabilidad.
Existen otros países, donde el voto hay que ejercerlo con carácter de obligatoriedad, porque si no, el individuo, pudiera ser objeto de sanciones. En sí, constituye una situación de dudoso razonamiento.
Un espacio para Los Simpson
Tomar una de las series televisivas más famosa de los EE.UU., como lo son Los Simpson, constituye una interesante respuesta a lo que quizás el autor intenta explicar cuando nos hace mención a lo siguiente:
“… El público, en general ignorante, traga esa interpretación y se convence de que así sucedió de verdad; más tarde utilizará las fabulaciones de los autores para defender, como si fuera un experto, esa visión del hecho histórico y será difícil que acepte una versión distinta, aunque sea verídica…”
No olvidemos, que la sociedad estadounidense, son unas de las sociedades más engañadas del mundo. Aunque constituyan un país tecnológicamente desarrollado, gran parte de su formación educacional está dirigida a repetir hechos y acciones que no son ciertas del todo y donde se les niega la otra realidad del mundo que los rodea. Son formados con la convicción que ellos son el centro del mundo y no que forman parte de un mundo.
Por eso, la televisión estadounidense, está hecha para concentrar el mayor número de DUMMIES. La cuestión es ver si las otras sociedades del mundo están conscientes de eso, de esa manipulación constante a la que está sometida la sociedad del país más poderoso del mundo.
Los argumentos utilizados por Koch, son verdaderos cuando son sometidos al escrutinio público por personas que no son miembros de esa sociedad estadounidense.
Comparto muchos aspectos relatados por el autor, a pesar que otros los he rechazado de plano, tal como lo explique con respecto a la ONG Transparencia Internacional.
Por eso que la frase que él escribe en su libro, y que tomo como bandera, es muy cierta:
“… La fotografía final depende de lo que se quiera contar…”
La clave está en la conciencia, sin embargo, que se puede esperar cuando las consciencias han sido ideologizadas por este sistema de sociedades y grupos ocultos que pone al descubierto Paul H. Koch en su libro.
No será fácil desideologizar, sobre todo cuando éste mundo, tal como lo conocemos y lo percibimos hoy en día, ha sido elaborado sobre una falsa conciencia.
Realmente lo que hay, es una gran incertidumbre que solo el futuro de la misma humanidad responderá.
Mientras tanto, tendremos que vivir con la amarga experiencia de saber, que vivimos en sociedades que han sido previamente diseñadas y estructuradas por pocos individuos, que utilizando la fuerza y el dolor y la sangre de los demás, han sabido posicionarse y rodearse de poder en el mundo.